¿Has sentido esa imperiosa necesidad por besar los pies de tu pareja? La podofilia es ese gusto por lamerlos, chuparlos y pasarlos por tu cara o por tu cuerpo, adorarlos simplemente como si de la cosa más bella y deseable sobre la tierra se tratase.
«Amo tus pies porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron.»
Pablo Neruda
Podofilia, me postro a tus pies.
Tal vez lo tuyo no es más que un sensual y delicioso fetiche conocido como podofilia. Este es el nombre que se le da a la excitación sexual generada al ver, oler, acariciar, lamer o chupar los pies de tu pareja. No, no eres tan raro y no eres el único que la experimenta. Expertos en el tema (el portal pornográfico Xtube, ¿quién si no?), han realizado una encuesta entre más de tres mil hombres gays y bisexuales mayores de 18 años, y a partir de ella se ha llegado a la conclusión de que alrededor del 1.24% de los encuestados siente este morbo hacia los pies.
«Mmmm… patas»
Los pies son una parte del cuerpo sumamente sensible. Un pie común y corriente está compuesto por veintiséis huesos, treinta y tres articulaciones, una centena de músculos y una sensual red de terminaciones nerviosas dispuestas a percibir sensaciones a través de caricias, masajes y demás mimos. Todo ello envuelto en una piel, en principio, muy delgada.
Cuestión de gustos
Como en la comida, en el sexo todo depende del paladar del comensal, y existen distintos platillos y variaciones de los mismos, que bien pueden ser del agrado de algunos y parecer realmente asquerosos para otros. Allí tienes a tu tía la conservadora, que es feliz comiendo su arroz hervido a la misionero una vez al mes; a tu amiga la mustia que cada fin de semana se atraganta su cajita feliz (con glory hole y cuarto oscuro incluido) y después muere de arrepentimiento; a tu primo que se dice vegano con dieta a base de papaya (pero que todos sabemos que a escondidas se come sin empacho unos cinco tacos de chorizo con todo y su cebollita)… o a los que nos gusta comer variadito (aunque, lo confieso, la comida chatarra suele ser mi perdición). A lo que voy: «no juzgueis o sereis juzgados…»
Fantasías, fetiches y parafilias.
Veamos. Las fantasías son todas aquellas situaciones o imágenes mentales en las que invertimos tiempo al tener sexo o masturbarnos, algunas de ellas están a flor de piel y salen a flote a la menor provocación (no, no, no, no… bueno, sí), en cambio otras no se las confesarías ni a ese fuck buddy con el que tan bien te entiendes, y preferirías ahogarlas en lo profundo de tu psique.
La palabra fetiche se usa coloquialmente para referirnos a ese gusto particular con el que le damos sabor a las cosas de índole sexual, la sal y la pimienta, para seguir usando la alegoría gastronómica. Con ellos alcanzamos la excitación o incluso el orgasmo.
Las parafilias son aquellas situaciones, prácticas o partes del cuerpo por medio de las cuales nos excitamos de manera sexual, aunque estas no necesariamente tengan algo que ver con el sexo, y estas a veces se desarrollan de una manera obsesiva, haciendo que se necesite de manera permanente del uso del sagrado fetiche para lograr esta efervescencia.
Creo que ya es tiempo de ir con el psiquiatra.
Según se ha investigado, las parafilias en general son más comunes en los hombres que en las mujeres, en una relación de cuatro a uno. Estas investigaciones dicen, con respecto a la podofilia, que puede tener su raíz en el hecho de que los pies son las primeras regiones del cuerpo estimuladas por las figuras maternas, y esta figura persiste en el inconsciente. Además del hecho obvio de que son partes del cuerpo que no son exhibidas con frecuencia, al igual que los genitales. Es una parte íntima, a la que solo algunos afortunados elegidos tenemos acceso.
Nada de malo.
Como toda práctica sexual alternativa, puede rayar entre lo que es normal y lo que no lo es dependiendo de quién lo mire. Siempre y cuando haya consentimiento mutuo, no hay nada normal o anormal. Lo que habrá que tener en cuenta hasta cierto punto es lo sano y lo perverso de cualquier comportamiento sexual.
El fetiche debe ser un complemento de la erotización y no poner en riesgo a ninguno de los participantes, entonces podríamos hablar de una sexualidad “sana”. En cambio, si la excitación depende únicamente de la presencia de ese fetiche o este supone atentar contra sí mismo u otro, hablamos de una situación patológica.
Si se te antoja, háblalo con tu pareja. Pónganse de acuerdo y jueguen con sus límites. En el sexo todo se vale, nada está escrito. Conoce tu cuerpo y el de la(s) persona(s) con la(s) que lo compartes, verás que todo se vuelve más divertido.
¿Qué fetiche tienes?
¿Cuáles son tus fantasías?
¡Estoy ansioso por leerte! Quien sabe, tal vez el próximo artículo será sobre esa filia muy tuya que te mueres por compartir.
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