Me resulta interesante la gran cantidad de perfiles en APP’s de encuentros -SCRUFF, Grindr-, con status de ‘Open Relationship’. Tal vez a mis casi 32 años, se comienza a activar mi bagaje biológico reproductivo, pareciéndome inverosímil y haciéndome cuestionar si la monogamia es una condición impuesta, una decisión auto-impuesta o un comportamiento natural que se ha visto atacado por los nuevos avances tecnológicos y el acceso a la satisfacción inmediata.
Los humanos somos animales que han desarrollado comportamientos sociales un poco más sofisticados de expresión, pero animales al final. Salvajes. Primitivos. Territoriales. Iracundos.
Nos juntamos en mandas, nos atacamos, matamos y tenemos sexo entre nosotros. Omitimos la verdad y seleccionamos las ideas que decidimos comunicar.
Fuimos domesticados para comportarnos de una manera determinada y así, encajar en los estándares sociales de (a)normalidad. Mi generación (millennial) se ha caracterizado por las siglas NSA –No strings attached–, sin ataduras, sin responsabilidades, sin compromiso; en el trabajo, relaciones y hábitos de vida diarios, independientes a la preferencia sexual.
LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN.
Pareciera que disfrutamos las mentiras. Las vemos la mayor parte del tiempo en medios de comunicación y redes sociales. Filtros excesivos, sonrisas forzadas, estilos de vida holográficos;
“No nos estamos comunicando el uno con el otro, estamos inconscientemente comunicando mentiras” – GaGa @ Emotion Revolution 2015.
Una de las respuestas frecuentes que otorgo al “Cómo te va?” que recibo periódicamente en APP’s de encuentro es: “Viendo el buffet“. Es lo que hago y sin temor a equivocarme, puedo decir que un porcentaje elevado de usuarios hace lo mismo: ver el menú de carne. Lanzamos el anzuelo y esperamos que muerda el pez que satisface nuestras necesidades carnales, físicas y de atención inmediatas.
En algunos casos, la charla dura minutos o un par de días y si la paranoia es acallada, se prescinde de la máscara digital y se procede a conocer a̶ ̶l̶a̶ ̶p̶r̶e̶s̶a̶ al prospecto en cuestión. Cara a cara.
El sexo genera conexiones energéticas que van más allá de un simple impulso sexual. A veces es catalizador de inseguridades y otras tantas acentúa comportamientos que complementan al individuo. Es por esto, que la generación irresponsable de lazos energéticos sexuales se traduce en una pérdida/robo de energía tántrica innecesaria, teniendo como resultado un sentir de vacío que intentamos llenar con más sexo o relaciones controladoras y disfuncionales.
EL POLIAMOR Y LAS RELACIONES ABIERTAS.
La comunidad Gay se caracteriza por la apertura sexual y la exploración de la misma, llevando a experimentar el sexo de diferentes maneras y por lo tanto, numerosas variaciones al relacionarse entre sí, en el desarrollo de lazos afectivos y en la destrucción de concepciones mentales pre-implantadas.
No hay que confundir el Poliamor con las Relaciones Abiertas.
En el Poliamor ambos miembros de la manada llegan a un mutuo acuerdo para establecer relaciones sexuales con la posibilidad de desarrollar lazos emocionales con más de una persona a la vez. Esto podrá parecer tabú, pero en la actualidad, esta reacción a la monogamia se ha vuelto una práctica que se vuelve cada día más común. El Poliamor requiere auto-crítica, auto-conocimiento de inteligencia emocional, confianza y comunicación entre los implicados, así como una práctica responsable de la sexualidad para evitar trasmitir infecciones sexuales a las parejas múltiples y poder así, disfrutar de una vida sexual placentera.
En las Relaciones abiertas, la pareja llega a un acuerdo de establecer relaciones sexuales con otros humanos, siempre y cuando no se desarrollen lazos afectivos-emocionales. Las Open Relationships pueden ser un arma de doble filo, ya que no estamos exentos de caer rendidos ante la química o la confusión carnal. Es posible que la pareja este presente en el acto con un tercero o ausente.
Una canción famosa versa: “Felices los cuatro”. Podrá ser cuestionada, censurada y criticada, pero no hace otra cosa más que mostrar la realidad que vivimos día a día. En las generaciones pasadas, el concepto de familia era determinante: padre, madre, hijos (a veces 3) y una mascota, existiendo en la mayoría de estos núcleos impuestos una gran cantidad de infidelidades y heridas profundas por las traiciones a la confianza, o en su defecto, a la definición de lealtad y confianza que fueron inculcadas en ese momento por un entorno determinado.
¿No es mejor aceptar nuestra naturaleza y ser honestos con nosotros mismos?
Jugamos el juego de la pertenencia y el territorio pero al final nada te pertenece, incluido tu cuerpo. El cuerpo es un vehículo prestado y si bien hay que protegerlo, también es necesario entender que el sentido de pertenencia es una ilusión que genera seguridad y poder. Y, ¿qué es el poder sino una acumulación ilusoria de pertenencias que deriva en sometimiento sobre tus semejantes?. Ahora, el sometimiento no necesariamente es negativo, a veces es necesario someter para poder fortalecer y encausar al débil, así como para debilitar y frenar al bravucón.
En la comunidad bear, es muy común la pareja de daddy’s que tienen como pet a un cub. La pareja dominante le da protección y el protegido se somete a sus protectores. Pero eso ya pertenece a un juego de rol.
El amor es algo abstracto que ya no puede ser definido solamente como: “vivieron felices para siempre”.
A mi parecer, es uno de los motivos por los cuales existe tanta soledad en la comunidad gay, tenemos implantado un chip de amor desactualizado que ya no funciona en esta etapa histórica y que debe ser reemplazado o en su defecto actualizado.
Una relación es un acuerdo mutuo, un contrato por tiempo indeterminado que se hace por las partes interesadas, que puede verse sujeto a modificaciones, escisiones, anexos y que, al ser indeterminado, está sometido a la impermanencia y a la inevitable levedad del ser.
¿Has experimentado una relación poliamorosa o una relación abierta?
Cuéntame, estoy ansioso por conocer tus experiencias.
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