El lenguaje es la capacidad propia del ser humano para comunicar una idea o pensamiento mediante códigos establecidos con sus semejantes. Ahora, ¿qué mejor uso para esto último que comunicar un deseo sexual, muchas veces juzgado o condenado por el resto de la sociedad? Esto es, el Código de Pañuelos o Handkerchief code.
Imagina que vives en la década de los 70’s, obviamente eres tan gay como lo eres ahora (o hasta más, si eso es humanamente posible) pero, ¡oh, sorpresa! no hay Grindr, no hay Scruff, ni siquiera el primitivo Manhunt. Olvídate del elegante “pasivo entrón con lugar busca fisting”. Nada de “activo dominante con gusto por la lluvia dorada”. Nada. Ningún website o app para expresar ese deseo. ¿Cómo comunicabas esa avidez sexual y ese entusiasmo por la carne de varón que te caracteriza, de manera segura y concisa? Así es, por medio de pañuelos de colores.
Orígenes del Handkerchief Code
Cuenta la leyenda que en el siglo XIX, los vaqueros, maquinistas y mineros estadounidenses contagiados por la fiebre del oro (entre otras cosas que no son gripe, gordito), buscaban la riqueza en lugares en que muchas veces no había mujeres. Buscando maneras de divertirse organizaban bailes, y al no tener otra opción (¡ay, ajá!), decidieron bailar entre ellos. Pero aún quedaba por resolver la eterna pregunta buga: ¿quién era el hombre y quién la mujer? en otras palabras ¿quién guiaba a quién? Con esto en la cabeza y decididos a evitar la incómoda pregunta: “Compadre, ¿usted es hombre o mujer?” crearon un código de pañuelos: azul para quien fungía como caballero y rojo para la gentil y bella dama. Estos pañuelos iban atados al brazo, al cinturón o en la bolsa trasera de sus ajustados jeans (yum yum).
“¿Te va?”
Años más tarde los héroes que nos dieron patria -los maricas del San Francisco, USA de principios de los 70’s– decidieron adoptar un código similar para ser utilizado en los lugares de ligue casual, sobre todo locales leather donde se practicaba el BDSM, indicando de manera clara la práctica o fetiche sexual en la que estaban interesados y si eran activos o pasivos. Los mismos pañuelos o bandanas eran usados en sus fornidos brazos o colgaban de sus firmes traseros. Traerlo del lado izquierdo indicaba que el personaje en cuestión era activo y en consecuencia, el lado derecho era de los pasivos. Podían usarse además en el cuello, si se trataba del mítico y legendario inter o versatil. Posteriormente la moda pasó a brazaletes de cuero o pulseras de plástico.
In True Colors
Afortunadamente el espectro visible que detecta el ojo humano es tan amplio como nuestra variedad de fetiches. Hay para todos los gustos: Amarillo para watersports, Rojo para fisting, Gris para bondage, Azul claro para sexo oral…
¿Tú conocías la existencia de este código? ¿Lo has puesto en práctica alguna vez?
Pruébalo la próxima vez que salgas de antro. Elige tu color, usa tu pañuelo de la manera que mejor te plazca y cuéntame cómo te fue.
¡Nos leemos la próxima!
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